¿Te imaginas sentir tu cuerpo multiplicar su peso mientras realizas maniobras extremas en el aire? En esta emocionante historia, te llevo a bordo de un vuelo acrobático con el legendario Fred Cabanas, donde experimenté en carne propia la intensidad de las fuerzas G’s. Desde el vértigo del despegue hasta el impacto de un viraje cerrado con 8G’s, cada segundo fue una descarga de adrenalina pura. Descubre cómo enfrenté esta prueba, qué se siente desafiar la gravedad y por qué, después de esta experiencia, quedé completamente adicto a la sensación. ¡Prepárate para despegar y vivirlo conmigo!

La adrenalina de las Fuerzas G’s: Mi vuelo con Fred Cabanas
Pocas experiencias en la vida pueden compararse con la sensación de ser empujado contra el asiento con una fuerza descomunal mientras el mundo gira a tu alrededor a velocidades vertiginosas. Esa fue mi primera inmersión en el mundo de las fuerzas G’s durante un vuelo acrobático, y desde entonces, su poder me dejó marcado.
Años atrás, tuve el privilegio de ser invitado a conducir uno de los espectáculos aéreos más importantes de México: el Aeroshow Cozumel. Pero lo que comenzó como una participación desde tierra, pronto se convirtió en una experiencia inolvidable en el aire. Uno de los pilotos más reconocidos del medio, el legendario Fred Cabanas (+), me ofreció la oportunidad de volar con él y experimentar en carne propia lo que significa someterse a las temidas —y adictivas— fuerzas G’s.
Antes de despegar, Fred me dio instrucciones clave para enfrentar las G’s sin perder el conocimiento. Para quienes no están familiarizados con el término, las fuerzas G’s representan la aceleración producida por la gravedad terrestre. En otras palabras, determinan cuánto se multiplica el peso del cuerpo bajo diferentes niveles de aceleración. Por ejemplo, si alguien pesa 80 kg y experimenta 2 G’s, su cuerpo sentirá un peso equivalente a 160 kg. En los vuelos acrobáticos, esta cifra puede elevarse hasta extremos insospechados.
De vuelta en la pista, Fred me entregó un paracaídas y me explicó cómo usarlo en caso de emergencia. En ese momento, la adrenalina comenzó a recorrer cada fibra de mi cuerpo. Subí al avión Pitts S2C, y tras la revisión de instrumentos, rodamos hacia la cabecera de la pista del aeródromo Capitán Eduardo Toledo en Cozumel. Una vez autorizados, iniciamos la carrera de despegue. Apenas comenzamos a elevarnos, la aceleración llegó a 1.25 G’s, y en cuestión de segundos, Fred tiró de la palanca, impulsándonos en un ascenso vertical donde experimenté 4 G’s positivas. En ese instante, mi cuerpo sintió un peso cuatro veces mayor al normal.
El vuelo duró 15 minutos, pero cada segundo estuvo cargado de emoción. Fred ejecutó maniobras impresionantes, llevándonos al límite entre fuerzas positivas y negativas, esas que pueden hacerte sentir aplastado contra el asiento o, por el contrario, flotar como si estuvieras en el espacio. Alcanzamos un máximo de 8 G’s en un viraje cerrado que literalmente me hundió en el asiento. En ese instante, entendí lo que significa ser parte de la máquina y no solo un pasajero.
Mientras los pilotos de combate usan trajes anti G’s para soportar estos efectos por periodos más largos, yo solo contaba con mi fuerza de voluntad y las técnicas que Fred me enseñó. Afortunadamente, el avión resistió bien mi peso y no terminé abriendo un boquete en el fuselaje… aunque, para ser honesto, después de esa experiencia, creo que es momento de mejorar mi estado físico para mi próxima aventura en el aire.
Las fuerzas G’s no solo se sienten, se viven. Y una vez que las experimentas, es difícil no querer volver por más.
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